Aunque traté de olvidarte,
no lo he conseguido.
Me hastié de pensarte
y añorar lo vivido.
En la guerra perdida
firmo hoy mi armisticio,
con el alma abatida
apartando el suplicio.
Comprendí que te amo
y que siempre lo haré,
y ya nada reclamo
más que hacerlo saber.
Porque el sol no me basta
para apagar este frío,
en la espera nefasta
de mi nido vacio. Leonardo 67.