Era una noche más, nada fuera de lo común, tenía todo programado
hasta que de repente sonó mi celular, vaya sorpresa era ella, jamás esperaba
su comunicación y luego de un cordial saludo me invitó a ir a bailar, dudé por un instante
ya que tenía compromisos asumidos pero de repente como un designio divino
sentí la imperiosa necesidad de ir, creo que pudo ser una de las mejores decisiones de mi vida
y acepté sin dudarlo. Conduje mi moto hasta llegar al destino, al llegar busqué en la extensa fila
y de repente la vi, estaba mas hermosa que nunca y en el intercambio de miradas, al mismo instante
comprendí que no sería una noche más, que esa noche era especial y que podría darle un giro inesperado a
mi propia vida.
Con el correr de la noche me fui sumergiendo en su mirada, me sentí indefenso y corrí para regalarle una
rosa y como si fuera poco me regaló su mejor sonrisa. Ya avanzada la noche llegó el choque de copas y
mientras brindábamos tomó su móvil para sacar una foto y me abrazó y al instante comprendí que para
alcanzar el paraíso no siempre es necesario volar hasta el cielo. Leonardo67.
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