He colgado en el centro de mi pecho la medalla de la decepción ,
como si fuera orgullosamente el más preciado galardón.
He obtenido el premio del saber lo que no quiero ni permitiré que me vuelva a suceder.
Aprendí a cooperar sin ningún condicionamiento con las circunstancias
que no intento, no pienso, ni quiero modificar.
Cuando me obligan a marcharme jamás pienso en regresar,
no retorno al pasado aunque intente alcanzarme.
Ya no me atrapa cualquier mirada que se ofrezca frente a mí,
mis pupilas más que sabias se han vuelto selectivas para saber dilatar.
No se endulzan mis oídos con las más bellas palabras,
ya no pesa en mi balanza esos kilos de promesas
porque ahora se ha calibrado en gramos de realidad.
De seguro no renuncio a la semilla de mi sueño
pero también que he comprendido que no toda tierra es para arar.
Se que en tiempo divino el rosal florecerá´
mientras recorro el tallo las heridas de sus espinas ya aprendieron sanar. Leonardo67.
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