Y mientras charlábamos nos íbamos conociendo a fondo,
desnudándonos hasta el alma como si fuéramos amigos de tiempos inmemorables.
Me miró fijamente a los ojos y sin ningún titubeo
no dudó en preguntarme ¿ Dónde estuviste todo este tiempo?.
Más que sorprendido le respondí sin pensarlo
o tal vez ya tenía la respuesta desde vidas pasadas,
sin dudas deteniéndome en lugares equivocados,
llenando mi corazón de cicatrices, con heridas por sanar aún
y alguna puñalada mortal a mis espaldas de un pasado no tan lejano.
En ese mismo instante me interrumpió y me dijo:
" Bienvenido al club de los corazones heridos que saben sanar y jamás ser vencidos".
Yo también soy miembro de el aseveró y suspiró delicadamente.
La miré a los ojos y me perdí, anhelando únicamente ahogarme en el mar de su mirada.
Y tuvo la osadía de robarme un beso, rozando muy sutilmente sus labios sobre los míos,
y por Dios que me quedé con deseos de embriagarme en esa miel, pero increíblemente
estaba inmóvil sin poder reaccionar, en ese preciso momento sentía como el rompecabezas
de mi corazón se rearmaba instantáneamente y ese cuchillo artero que cargaba en mi espalda
había desaparecido.
Regalándome su más bella sonrisa y levantando su copa me dijo
" Vamos a brindar por cada uno de los cabrones y cabronas que se cruzaron en nuestras vidas".
Remarcando sin olvidarnos de ninguno ya que gracias a ellos hoy nos hemos conocido. Leonardo67.