
Y nos alcanzó el invierno
cuando todo parecía
ser el verano eterno.
Nos inundó la tormenta
comenzando a golpear
con todas sus fuerzas,
en aquella fortaleza
que yo creía imposible
de poder derrumbar.
Se extinguieron los verdes prados
por donde los dos caminábamos
y de pronto el desierto
a este triste corazón
lo ha dejado sediento,
y cuando uno pensaba
que había logrado todo
en un instante recibes
aquella cruel cachetada,
la misma que demuestra
que ya no queda nada. Leonardo67.
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