jueves, 1 de julio de 2010

Bienvenida princesa.


Una nueva y hermosa joya
me regala la vida.
Bienvenida hija querida
a iluminar mi sendero,
eres el cuarto lucero
que me guía en mi andar.
En el cofre sagrado
de mis tesoros
más preciados
tienes tú, tu lugar.
Bienvenida al altar
de las cosas más bellas
que algún día la vida
me pudo otorgar.
El regalo divino
de tu mirada en la mía
que del cielo ha caído
y como un ángel sin alas
moviliza a mi alma,
floreciendo renuevos
y un millar de deseos
en el huerto de mi corazón.
Bienvenida princesa
y gracias por esta lección,
del saber enseñarme
que no hace falta ser gigante
para seguir adelante,
que nunca son necesarias las armas
para vencer en batalla,
que tan solo con ganas
se puede alcanzar
esa meta lejana
que ni la mirada del águila
la puede observar.
Bienvenida princesa
que Dios bendiga tu vida
por toda la eternidad. Leonardo67.

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